martes, 9 de mayo de 2006
En el día de su no cumpleaños
Jung, por ejemplo: el joven que escribe (nomen omen) sobre el puer aeternus, el sabio anciano a quien la sombra, puro frescor, no aterra. Ética y estética antes que ciencia. Hay algo elegante y bondadoso en todo su hacer: expulsado por Freud, que pasa de considerarle su delfín a borrarle del género humano, nada tiene que reprocharle y reconoce siempre su deuda de gratitud con el maestro. Su visión integra a Freud, a Adler. Le interesa, siempre, extender el campo, no acotarlo. Cuando el Códice de Nag-Hammadi que acaba llevando su nombre empieza a dar problemas, él es el único que propone que esté a libre disposición de los estudiosos (y le quiten su nombre). Le acusan (injustamente) de nazi o de tibio y apenas se defiende: sabe que la calumnia se alimenta de nuestra fijación por la honra. Le crecen los epígonos y él (no lo sé pero lo sé) sólo se siente a gusto con el más díscolo. Todo el mundo cree saber lo que dijo, y por eso mismo nadie le lee —sólo James Hillman y Pitita Ridruejo. Le invocan los curanderos y los lectores de Tarot, pero él prefirió la amistad del físico Pauli, de Eliade, de Scholem. Sin él no tendríamos al Lobo Estepario ni a Obi Wan Kenobi, nadie a quien referirnos cuando explicamos que ni creyentes ni ateos ni zurraspas de la Nueva Era. Jung después de Freud es como los Beatles después de Elvis, un salto cualitativo que abre todas las ventanas del castillo. Como san Pedro, alguna vez le he negado —pero es hora de elogiar su apertura mental, su capacidad para trazar correspondencias, hacer viable una nueva literatura sapiencial y quizá sagrada. Si Borges fue Homero y Cervantes, Góngora y Lugones, Jung fue Basílides, Nietzsche, la cábala y la alquimia y el mito ancestral yuxtapuestos al sueño de ayer por la tarde. Nadie ha hecho tanto por reencantar el mundo e iluminar la Biblioteca. Que la Madre le sea leve.
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3 comentarios:
Bon vespre, Alejandro.
Ahora que le pillo hablando de Jung, tengo que hacerle una consulta sobre el personaje (el amigo Nosfeartu me la ha sugerido). ¿Me podría dar su dirección de mail, por favor?
Gracias y un saludo.
Pues claro que sí: aleyendasurbanas@yahoo.es
Por cierto que eché de menos su voz durante la lapidación colectiva de Freud, por aquello de la conexión con Girard (que lo critica pero aprovecha).
Un saludo,
Al
Bon vespre, Alejandro.
Pues es que estoy encerrado desde hace semanas en varias burbujas simultáneas, intelectuales y vitales, de modo que en lo de Freud no me he podido meter mucho. Aunque, por lo que usted dice, sigue la veda contra el vienés.
Ahora le escribo sobre lo que le comenté ayer. Gracias por su amabilidad y un saludo.
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