El Diálogo de un desesperado con su ba es una de las obras más originales y emotivas de la literatura egipcia. Fue escrita durante la Dinastía XII, en el Imperio Medio. Su protagonista es un hombre que, desesperado por la inhumanidad de la sociedad en la que vive, decide suicidarse. Su alma (ba) se le aparece e intenta disuadirlo: amenaza con dejarle tirado —pero al final acepta seguir con él, cualquiera que sea la decisión que tome. En los versos que siguen, el hombre expone su angustia y explica por qué desea la muerte.
I
¿A quién hablaré hoy?
Los hermanos son malos,
los amigos de hoy no aman.
¿A quién hablaré hoy?
Los corazones son codiciosos,
cada uno roba los bienes de su hermano.
¿A quién hablaré hoy?
Ha muerto la gentileza,
la violencia gobierna todo.
¿A quién hablaré hoy?
Se halla satisfacción en la maldad,
por doquier han echado el bien a tierra.
¿A quién hablaré hoy?
Aquel que debería enfurecernos con sus crímenes
hace que todos rían sus maldades.
¿A quién hablaré hoy?
Los hombres saquean,
cada persona roba a su vecino.
¿A quién hablaré hoy?
El criminal es amigo íntimo,
el hermano a quien solía tratar es enemigo.
¿A quién hablaré hoy?
No se recuerda el ayer,
hoy nada se hace por el que antes hizo.
¿A quién hablaré hoy?
Los hermanos son unos miserables.
Se busca en los extraños el cariño.
¿A quién hablaré hoy?
Los rostros nada expresan.
Cada uno aparta el rostro de sus hermanos.
¿A quién hablaré hoy?
Los corazones son codiciosos.
No hay entre los hombres un solo corazón en el que pueda confiarse.
¿A quién hablaré hoy?
No hay justos.
El país ha quedado para los malhechores.
¿A quién hablaré hoy?
No queda un solo amigo de verdad.
Uno confía sus quejas a la oscuridad.
¿A quién hablaré hoy?
El corazón alegre se fue
y aquel con quien uno paseaba ya no existe.
¿A quién hablaré hoy?
Estoy cargado por la desgracia
por falta de un amigo.
¿A quién hablaré hoy?
La maldad anda suelta por el país
y no tiene fin.
II
La muerte está hoy ante mí
como sana un enfermo,
como salir al exterior después de una dolencia.
La muerte está hoy ante mí
como el perfume de la mirra,
como sentarse bajo una vela un día de viento.
La muerte está hoy ante mí
como el perfume del loto,
como sentarse en la orilla de la embriaguez.
La muerte está hoy ante mí
como un camino trillado,
como regresa un hombre del ejército al hogar.
La muerte está hoy ante mí
como se despeja el cielo,
como un hombre que encuentra allí más de lo que ignoraba.
La muerte está hoy ante mí
como un hombre desea ver su hogar
después de haber estado prisionero muchos años.
¿A quién hablaré hoy?
Los hermanos son malos,
los amigos de hoy no aman.
¿A quién hablaré hoy?
Los corazones son codiciosos,
cada uno roba los bienes de su hermano.
¿A quién hablaré hoy?
Ha muerto la gentileza,
la violencia gobierna todo.
¿A quién hablaré hoy?
Se halla satisfacción en la maldad,
por doquier han echado el bien a tierra.
¿A quién hablaré hoy?
Aquel que debería enfurecernos con sus crímenes
hace que todos rían sus maldades.
¿A quién hablaré hoy?
Los hombres saquean,
cada persona roba a su vecino.
¿A quién hablaré hoy?
El criminal es amigo íntimo,
el hermano a quien solía tratar es enemigo.
¿A quién hablaré hoy?
No se recuerda el ayer,
hoy nada se hace por el que antes hizo.
¿A quién hablaré hoy?
Los hermanos son unos miserables.
Se busca en los extraños el cariño.
¿A quién hablaré hoy?
Los rostros nada expresan.
Cada uno aparta el rostro de sus hermanos.
¿A quién hablaré hoy?
Los corazones son codiciosos.
No hay entre los hombres un solo corazón en el que pueda confiarse.
¿A quién hablaré hoy?
No hay justos.
El país ha quedado para los malhechores.
¿A quién hablaré hoy?
No queda un solo amigo de verdad.
Uno confía sus quejas a la oscuridad.
¿A quién hablaré hoy?
El corazón alegre se fue
y aquel con quien uno paseaba ya no existe.
¿A quién hablaré hoy?
Estoy cargado por la desgracia
por falta de un amigo.
¿A quién hablaré hoy?
La maldad anda suelta por el país
y no tiene fin.
II
La muerte está hoy ante mí
como sana un enfermo,
como salir al exterior después de una dolencia.
La muerte está hoy ante mí
como el perfume de la mirra,
como sentarse bajo una vela un día de viento.
La muerte está hoy ante mí
como el perfume del loto,
como sentarse en la orilla de la embriaguez.
La muerte está hoy ante mí
como un camino trillado,
como regresa un hombre del ejército al hogar.
La muerte está hoy ante mí
como se despeja el cielo,
como un hombre que encuentra allí más de lo que ignoraba.
La muerte está hoy ante mí
como un hombre desea ver su hogar
después de haber estado prisionero muchos años.
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