martes, 20 de julio de 2010

Novísimo Algazife: Entrada a la Necrópolis


GALERÍA LÚGUBRE

A medida que el sol va recorriendo
los caminos subterráneos,
ilumina a los moradores de las tinieblas.

(R.T. RUNDLE CLARK)


1. ENTRADA A LA NECRÓPOLIS


«Estas enseñanzas pueden resultar tan útiles en la vida terrena como en el más allá.»

LIBRO DEL TIEMPO DE LA ETERNIDAD


La llamada Galería Lúgubre es como una especie de necroteca o parque necrológico, como un parque zoológico pero de muertos. En ella se exhiben y comentan diversas categorías de éstos en un escenario que intenta reproducir el habitat original de cada uno de ellos. El peligro o el daño que tales entidades pueden causar a los lectores es mínimo, habida cuenta de que los barrotes de letras sobre fondo blanco suelen proporcionar suficiente distanciamiento de las mismas. No obstante, por si acaso, se recomienda no acercarse demasiado a algunos inquilinos de esta Galería.

Que es un homenaje explícito a un ilustre investigador español predecesor mío en estos menesteres: don Agustín Pérez-Zaragoza y Godínez, autor de El remedio de la melancolía, historietas festivas (Madrid, 1821) y de La cocinera práctica y su marido el repostero famoso amigo de los golosos (Madrid, 1825), pero también de la monumental Galería fúnebre de historias trágicas, espectros y sombras ensangrentadas, obra dedicada «a la Augusta Real Persona de S. M. doña María Cristina de Borbón, Reina de las Españas, bajo la Real Protección del Rey N. S. (Q.D.G.)», que fue publicada por la imprenta de don J. Palacios, calle del Factor, Madrid, en junio de 1831. Don Agustín Pérez-Zaragoza se proponía escribir, como él mismo dice, «obra nueva de prodigios, acontecimientos maravillosos, apariciones nocturnas, sueños espantosos, delitos misteriosos, fenómenos terribles, crímenes históricos y fabulosos, cadáveres ambulantes, cabezas ensangrentadas, venganzas atroces y casos sorprendentes».

Desgraciadamente, como tantas veces sucede en nuestra investigación científica, la obra era un refrito, casi una traducción de Les ombres sanglantes y Les fantômes nocturnes, publicadas en 1820 por el francés Cuisin: «galeries funèbres de prodiges, événements merveilleux, apparitions nocturnes, songes épouvantables, délits mystérieux, phénomenes terribles, forfaits historiques, cadavres mobiles, tétes ensanglantées et animées, vengeances atroces et combinaisons de crimes, etc., puisés dans des sources réelles». Pero nadie puede negar a Pérez-Zaragoza haber sido el primer español que redactó y publicó un catálogo nocturno y trasmundano de amplio espectro.

Una de las muchas y notables diferencias que existen entre aquella Galería de 1831 y la que ahora abre sus puertas es que Pérez-Zaragoza, siguiendo también a Cuisin casi textualmente, presentó la suya como «colección curiosa e instructiva de sucesos trágicos para producir las fuertes emociones del terror, inspirando horror al crimen, que es el freno poderoso de las pasiones». Yo, en cambio, rechazo de entrada todo planteamiento moralista del tema. Mi intención es científica y casi entomológica, aun dentro de la modestia de mi empeño.

Otra notable diferencia es que Pérez-Zaragoza se limitaba a narrar hechos (verídicos, por supuesto, como declara el propio autor) en los que a veces participaba —o se suponía que podía haber participado— alguno de los seres sobrenaturales que son objeto de este estudio. Yo, en cambio, intentaré describir especies necrológicas o, al menos, necrotipos, que acaso en el futuro permitan sentar las bases de una ulterior clasificación.

Así, pues, por esta Galería van a desfilar distintas entidades, más o menos pringosas, etéreas, putrefactas, viscosas o peludas. Algunas poseerán una considerable cantidad de dientes y otras no. Algunas se caracterizarán por un medio ambiente muy definido mientras que otras se adaptarán a los climas más diversos. Algunas tendrán hábitos nocturnos o buscarán el amparo de las tinieblas o necesitarán de artilugios mecánicos o mágicos para mantener su ambigua existencia. Todas serán inquietantes.

La entrada de la Galería está situada en la culturtipología del submundo occidental, que es el nuestro, y queda pasablemente simbolizada por un dibujo de Tony Johannot para el Voyage où il vous plaira de Alfred de Musset, obra romántica de viajes y fantasías, como ésta. La puerta de acceso es una enorme boca de gigante -puerta propia de barraca de feria donde se mezclan el terror y la risa para diversión de los ociosos- y al cruzar el dintel se divisan al principio castillos en ruinas, parajes desolados, abadías góticas y caserones encantados. Sin embargo, allá en la lejanía, casi ocultos por las nieblas que se alzan de pantanos hechizados, se adivinan palacios árabes y minaretes, cúpulas resplandecientes, pirámides y templos de religiones ancestrales. Cerca de la entrada se exhiben los habitantes del reino de la muerte, pero más adelante irán apareciendo doctores cabalistas, magos egipcios y moros encantados.

Queda abierto el monstruario. Que su visita les sea provechosa.

(Rafael Llopis, El Novísimo Algazife o Libro de las Postrimerías,
Madrid: Hiperión, 1980, pp. 9-13)

1 comentario:

Guely of Sweden dijo...

Qué bueno que está el libro. Pena que no haya escrito más. Gracias nuevamente por compartir tan interesantes páginas. Esto de ir de safari de libros por internet alrededor del mundo tiene que dar resulatado eventualmente. Estás entradas tuyas son un gran adelanto.