
Para Grifo
La flecha, escribió el filósofo griego, no se mueve en el sitio en el que está, ni tampoco en el que no está. Pensar el libro sobre la mesa, el pájaro en la rama, es concebir, igualmente, dos entidades discretas. En rigor, el pensamiento niega el contacto, el entrometimiento: por cercano que esté a otra cosa, cada objeto permanece aislado dentro de las fronteras que lo definen.
La sinestesia niega esta mentira necesaria. Es el descubrimiento de una continuidad entre objetos y percepciones que el pensamiento pretende distintos y distantes. Desde esa perspectiva, podemos repasar las definiciones parciales del fenómeno y recobrar lo que tengan de útil.
Es, desde luego, un don infrecuente de unas pocas personas, capaces por ejemplo de ver cómo, sin intervención de su voluntad, las palabras escritas en uniforme negro sobre blanco de una página cobran color según su significado o sonido.
Es, también, una de las bendiciones que otorgan los enteógenos, acaso la esencial: todo recupera un valor primigenio que consiste en su relación, vivamente sentida, con todo lo demás. Tomo un vaso de plástico con agua y es, alternativamente pero también a la vez, el vaso que el dentista nos da para enjuagarnos, el agua tónica que bebía nuestra abuela (y que alguna vez resultaba ser una espantosa aspirina efervescente), el granizado de limón que no acaba de disolverse, el agua de la eterna juventud, el agüilla de una herida, el vino enfermo del Grial...
Es, aún, rasgo de escuela de aquellos poetas que, tal policías de la Naturaleza, pretendían sorprender y leer en voz alta la
correspondencia secreta de colores y perfumes, timbres y tactos —y antes y después de ellos, un efecto especial añadido a la caja de trucos de la retórica (no hay que ser poeta para hablar del futuro negro o resplandeciente de la República, o del cante jondo de unos pies sudados).
En su libro
El pensamiento salvaje Claude Lévi-Strauss expone otra faceta de la sinestesia menos obvia. Como antropólogo, reivindica el pensamiento concreto de los hombres llamados salvajes, su conocimiento exhaustivo de las especies naturales que forman su entorno. Este saber les lleva a asociar entre sí, por ejemplo, las cerezas y la vainilla, el ajo y el rábano. La Ciencia descubre siglos más tarde la clave de este parentesco: las unas tienen aldehidos, los otros ocultan azufre. ¿Cuántas otras sinestesias válidas esperan que alguien las pase a limpio?
Si uno toma en serio la descripción del poeta como
profesor de los cinco sentidos que dio Lorca, está claro que la sinestesia es, lejos de un tropo ocasional, el fundamento de la asociación poética, que no lo es sólo entre conceptos afines, sino entre el valor conceptual de las palabras que forman el verso y todo lo demás: la resonancia que da a cada término su uso anterior en otros contextos, el timbre de los fonemas tal como aparecen combinados, la cadencia rítmica de los acentos e incluso la forma que el texto adquiere precipitado sobre un papel. La sinestesia explica, un suponer, que el padre de la
Bastarda del romance sea, en sus diversas versiones, de Angalaterra, de Roma o de Europa, emperador o presidente, pero siempre dotado de erres broncas. Seguir la lógica de la sinestesia es el único camino hacia la comprensión de lo que el poema es y hace (y el legado fundamental de Dámaso Alonso y Bousoño, indispensables y ya olvidados). Métrica y retórica no pasan de ser capítulos de esa asignatura, absolutamente inútiles si no se establece entre ellos esa misma comunicación sinestésica de la que estamos hablando.
La sinestesia, en fin, es el arquetipo oculto de la interdisciplinareidad, la configuración multimedia, la Conspiración eterna. Sospecharla no sólo complace al intelecto: es un calambrazo que despereza la sensibilidad, una caricia feroz de la flecha que avanza y nos traspasa. Entender la sintonía es entrar, aunque sea pasajeramente, en ella. A quienes la hemos probado, por indignos que seamos de su roce, ¿qué pueden ofrecernos para desintoxicarnos?