domingo, 8 de octubre de 2006

Sinestesia


Para Grifo

La flecha, escribió el filósofo griego, no se mueve en el sitio en el que está, ni tampoco en el que no está. Pensar el libro sobre la mesa, el pájaro en la rama, es concebir, igualmente, dos entidades discretas. En rigor, el pensamiento niega el contacto, el entrometimiento: por cercano que esté a otra cosa, cada objeto permanece aislado dentro de las fronteras que lo definen.

La sinestesia niega esta mentira necesaria. Es el descubrimiento de una continuidad entre objetos y percepciones que el pensamiento pretende distintos y distantes. Desde esa perspectiva, podemos repasar las definiciones parciales del fenómeno y recobrar lo que tengan de útil.

Es, desde luego, un don infrecuente de unas pocas personas, capaces por ejemplo de ver cómo, sin intervención de su voluntad, las palabras escritas en uniforme negro sobre blanco de una página cobran color según su significado o sonido.

Es, también, una de las bendiciones que otorgan los enteógenos, acaso la esencial: todo recupera un valor primigenio que consiste en su relación, vivamente sentida, con todo lo demás. Tomo un vaso de plástico con agua y es, alternativamente pero también a la vez, el vaso que el dentista nos da para enjuagarnos, el agua tónica que bebía nuestra abuela (y que alguna vez resultaba ser una espantosa aspirina efervescente), el granizado de limón que no acaba de disolverse, el agua de la eterna juventud, el agüilla de una herida, el vino enfermo del Grial...

Es, aún, rasgo de escuela de aquellos poetas que, tal policías de la Naturaleza, pretendían sorprender y leer en voz alta la correspondencia secreta de colores y perfumes, timbres y tactos —y antes y después de ellos, un efecto especial añadido a la caja de trucos de la retórica (no hay que ser poeta para hablar del futuro negro o resplandeciente de la República, o del cante jondo de unos pies sudados).

En su libro El pensamiento salvaje Claude Lévi-Strauss expone otra faceta de la sinestesia menos obvia. Como antropólogo, reivindica el pensamiento concreto de los hombres llamados salvajes, su conocimiento exhaustivo de las especies naturales que forman su entorno. Este saber les lleva a asociar entre sí, por ejemplo, las cerezas y la vainilla, el ajo y el rábano. La Ciencia descubre siglos más tarde la clave de este parentesco: las unas tienen aldehidos, los otros ocultan azufre. ¿Cuántas otras sinestesias válidas esperan que alguien las pase a limpio?

Si uno toma en serio la descripción del poeta como profesor de los cinco sentidos que dio Lorca, está claro que la sinestesia es, lejos de un tropo ocasional, el fundamento de la asociación poética, que no lo es sólo entre conceptos afines, sino entre el valor conceptual de las palabras que forman el verso y todo lo demás: la resonancia que da a cada término su uso anterior en otros contextos, el timbre de los fonemas tal como aparecen combinados, la cadencia rítmica de los acentos e incluso la forma que el texto adquiere precipitado sobre un papel. La sinestesia explica, un suponer, que el padre de la Bastarda del romance sea, en sus diversas versiones, de Angalaterra, de Roma o de Europa, emperador o presidente, pero siempre dotado de erres broncas. Seguir la lógica de la sinestesia es el único camino hacia la comprensión de lo que el poema es y hace (y el legado fundamental de Dámaso Alonso y Bousoño, indispensables y ya olvidados). Métrica y retórica no pasan de ser capítulos de esa asignatura, absolutamente inútiles si no se establece entre ellos esa misma comunicación sinestésica de la que estamos hablando.

La sinestesia, en fin, es el arquetipo oculto de la interdisciplinareidad, la configuración multimedia, la Conspiración eterna. Sospecharla no sólo complace al intelecto: es un calambrazo que despereza la sensibilidad, una caricia feroz de la flecha que avanza y nos traspasa. Entender la sintonía es entrar, aunque sea pasajeramente, en ella. A quienes la hemos probado, por indignos que seamos de su roce, ¿qué pueden ofrecernos para desintoxicarnos?

14 comentarios:

Anónimo dijo...

Gracias, Al, por este discurso sobre una de las artes más secretas de este mundo. Dices bien cuando dices:

*La sinestesia, en fin, es el arquetipo oculto de la interdisciplinareidad, la configuración multimedia, la Conspiración eterna.*

Se trata de una de las llaves que abre uno de los salones más profundos de nuestras consciencias. Allí todo parece uno; o bien, todo se corresponde entre sí y en su justo contexto.
Me he preguntado en muchas ocasiones si la Sinestesia sirve para algo más que para escribir poesía. De hecho, es en la poesía donde se nos viene revelando con mayor claridad: las palabras irradian luz, tonalidades; y, por contextos, también reflejan colores. No obstante, toda la música es sinestesia. Los sonidos se 'ven'; las líneas de una composición orquestal son percibidas como imágenes; los cambios entre tonalidades se denominan, directamente, 'cromatismos'; asociamos espontáneamente tal tonalidad con un color (para mí, Re Mayor es dorado; Sol Mayor, naranja; Fa# Mayor, verde esmeralda, etc, etc...; recordemos que Messiaen también se sintió atraído por el tema y hasta elaboró una tabla de correspondencias; alguna vez la oí en la radio: sólo coincidía conmigo en La mayor, azul para los dos). Cuando los griegos rehusaron para sus esculturas otra roca que el mármol blanco, obedecían a lo mismo (Miguel Ángel rechazaba todo mármol con la más mínima impureza): las Formas Perfectas sólo se pueden esculpir sobre soporte blanco. Por el contrario: los egipcios tallaron cabezas en granito sembrado de prismas de feldespato; o en gnéis con vetas, etc, etc..., porque, para ellos, la escultura tenía naturaleza 'mágica'. Y el material aportaba la imagen sinestésica de lo que se pretendía lograr.
El mundo e la Sinestesia es demasiado grande, tanto como nuestra vida consciente. Se encuentra en todas partes.
Ahora bien: cuando hace unos días me refería a la Sinestesia como técnica puramente poética, lo hice con el sentido restringido que tiene en tal contexto. Y porque esperaba que el autor de ese artículo emplease este sentido y no uno más genérico (también es cierto que hablaba ante un público no especializado).
Dicho lo cual, vayan mis felicitaciones a Al por poner ante nosotros uno de los temas más inquietantes de nuestras vidas.
Saludos.

Grifo

Anónimo dijo...

El LSD dio muchos sinestésicos y el simbolismo, el surrealismo, la poesía beat o las vanguardias.

Recuerdo el poema de Arthur Rimbaud, 'Vocales', que es un claro ejemplo de sinestesia .


http://elsexodelasmoscas.bitacoras.com

Anónimo dijo...

La experiencia interna de lo sublime, que es percibido como un proceso unitario, una corriente de la mente, o quizás del espíritu; un entrever algo mayor que trasciende lo contingente como una especie de luz o armonía radiando de los conceptos, de las formas, o de la música, del amor..., o incluso de la locura.
Pues no deja de ser esa especie de sobrevuelo, un trance, transporte...una ebriedad de ser.

La realidad incita a los seres vivos con numerosos estímulos; depende de la sensibilidad y del adiestramiento de éstos, el grado de finura o la dimensión de la respuesta a aquéllos.

En medio de la experiencia cotidiana, en el grueso de su apariencia burda, se nos muestran a veces algunos hermosos destellos. Un romántico trasnochado seguiría aún diciendo que es "palpar lo absoluto", un éxtasis.

Sin embargo ante la mayoría de experiencias ,peor que vulgares, duras, difíciles como necesarias, debería quedarnos como mejor opción la ANESTESIA.

Para pasar el trance.

Al59 dijo...

Es interesante, en todo caso, que hayamos rozado lo que podría ser una mística profana, sin ultramundanismos de ninguna especie. No es que falten precedentes, claro (pienso en aquello tan sobado de Éluard: 'Hay otros mundos, pero están en éste'), pero no es nada frecuente este abordaje del tema.

Anónimo dijo...

¿SINESTESIA?

Parece que se habla de la intuición estética (sensibilidad interna) conocimiento o captación de lo bello , esencial y abstracto(pero posible sólo a través de los fenómenos, percibidos en el espacio y en el tiempo). No es Iluminación o don sobrenatural que nos permita encuentros en la tercera fase, sino capacidad natural que todos poseemos ,algo común y necesario,pero que la educación o la experiencia en mayor o medida afinan de modo particular en cada individuo,. No deja de ser algo común,pero también considerado "un don", una aptitud más acusada o una habilidad que reclaman para sí poetas y artistas. Aunque quizás pertenece por encima de todo a los místicos, y la hayan "rozado" (como bien parece que aludes en comentario al ejemplo de la flecha algunos inspirados filósofos de mirada dialéctica).
Un saludo

Anónimo dijo...

Disculpa las faltas del torpe discurso.Los dos anónimos (entre los que se halla tu mensaje) son de la misma persona.

Al59 dijo...

En todo caso, la abstracción sanciona después lo que el 'pensamiento concreto' (como lo llama L-S) ha percibido por sus propios medios. Es decir, quizá mañana la neurología pueda aclararnos por qué ciertas tonalidades musicales tienden a percibirse asociadas a ciertos tonos cromáticos (supongamos, qué sé yo, que la misma zona del cerebro almacenara una y otra información, o que hubiera un anamorfismo entre las zonas implicadas, o...), pero para quien tiene esa percepción es una realidad concreta e inmediata, previa o externa a cualquier consideración estética o ideológica. Sobre las experiencias místicas, yo sospecho (no puedo afirmarlo) que en la medida en que realmente lo son (experiencias) tienen que ver también con una revelación de cierta urdimbre entre las cosas que uno percibía hasta entonces como aisladas o absurdas. De hecho, ¿significa 'sentido' otra cosa que eso, el movimiento de una cosa hacia las demás, su relación armónica con lo que no es ella?

Anónimo dijo...

En primer lugar, rectificar el mal uso (por ignorancia y temeridad mía) de algún término que no respeta la filosofía que los puso al uso, la de Kant. Pues cuando me referí a "sensibilidad interna" ,fue más bien en un sentido coloquial o impreciso, como intuición o experiencia interna o "subjetiva" , incluso emotiva o sentimental , y para nada como una condición objetiva de la experiencia ,como en Kant.


También disculpas por precipitarme a opinar sin entender bien qué es ese fenómeno de la "sinestesia",que parece consiste en intuir con rapidez un flujo de conexiones entre rasgos de la realidad, asociar aspectos, en apariencia ajenos o incluso contradictorios, pero susceptibles de ser puestos en conexión , a partir del material de nuestra mente (información de la memoria, datos, ideas,puestos en juego por nuestra capacidad asociativa: redes neuronales o leyes de asociación de ideas, incluso mecanismos del inconsciente).

Como bien dices, guiados siempre por la necesidad o el instinto de poner "sentido", de dar unidad a lo disperso.Pero también de "recrear" o descubrir (en apariencia) aspectos ocultos en el entramado invisible de las cosas.La mente creativa. Arriesgando incluso en interpretaciones en apariencia disparatadas, que lejos de serlo, atinan; al topar con algo esencial, más abstracto y real.
Sorprende "ver" cómo esa intuición totalizadora de los presocráticos que hizo mella en la ciencia, en la religión; y que rige todo, ecología cosmopolitismo...)la unidad de la Naturaleza, está en sintonía con la función también sintetizadora de nuestra mente. Y los resultados: el conocimiento científico, pero también la intuición artística y la experiencia religiosa corroboran la palabra "universo", en la que subyacen 'amplitud' y 'unidad'.

Pues lo es también nuestra razón,totalizadora(que no se limita a atomizar, a analizar en su labor crítica), sino que tiende a poner puentes y orden por doquier; y a veces ,pretenciosa, se eleva fuera de ellos confiada de hallar orilla.

La presiente y se lanza, más expuesta aún y entregada, el alma del místico, imantada por el misterio en cuanto olfatea que hay un océano con otras dimensiones.

Sospechando que hay más de lo sólo juzgamos existe, y que lo que sabemos es nada comparado con lo que desconocemos.

Anónimo dijo...

(Ensayo acerca del sentimiento sobre lo bello y lo sublime.I.Kant)

http://www.cervantesvirtual.com/servlet/SirveObras/80248352278681151532279/index.htm

Anónimo dijo...

Copié antes mal la dirección de la página, disculpa.

http://www.cervantesvirtual.com/servlet/SirveObras/80248352278681151532279/index.htm

Anónimo dijo...

Pues, no. Vuelve a salir lo mismo pero está vez se me abrió bien la página.
( Fallos de las sinéresis y las sinapsis..., aunque nos avergonzamos todavía al releer lo ayer escrito).
Un saludo

Anónimo dijo...

Y léase 'SINESTESIA' (no sinéresis).Un desastre.

Al59 dijo...

Su entusiasmo por Kant (no sólo, pero tan especialmente) seduciría al más frío de los lectores.Me confieso lector muy ocasional de filósofos, y esos pocos casi siempre griegos. Tan es así que lo primero que he pensado al abrir el enlace de la obra de Kant es que hay un viejo breviario helénico sobre el mismo tema, De lo sublime, de Longino (o quizás no). Ese tratado sobre la exaltación contiene observaciones que son, en sí, exaltantes: "lo sublime lleva a los oyentes no a la persuasión, sino al éxtasis; pues aquello que es maravilloso siempre va unido a una sensación de abandono, y prevalece sobre aquello que es meramente convincente o grato". "Agrado unido a terror", escribe Kant; no es casual que ese Uno-en-Todo y Todo-en-Uno que venimos glosando fuera para H.P. Lovecraft el nombre declarado de una de las más terribles divinidades, Yog-Sothoth.

Anónimo dijo...

Hola, soy sinestesico y pianista, quisiera añadir, que solo hace unos dos años, descubri que esto no era algo comun, pues yo siempre pense que todo el mundo al igual que yo veia la musica y los sonidos en colores, la verdad me vino muy bien, mi madre tambien tiene este extraño don, muchos musicos amigos me envidian, y para mi un fa mayor es un azul puro, saludos