miércoles, 18 de enero de 2006

Desde nunca



Poesía hermética. Hermes, dicen, se explicaba así, como un libro cerrado. Hablando de lo que hablaba siempre (¿psicología?) dice Jung que el verdadero valor de Nietzsche es haber sido un tipo que escuchaba voces y decidió dejarlas hablar. Poco a poco, borraron al filólogo y crearon al profeta. Ser escritor es también oír voces (tener ideas, lo llamamos; pero cuán falsamente). De repente el fantasma está ahí, ofreciéndote su mano improbable, un principio de oscuridad fresca. Los poetas son más sensibles que otros a eso que alguno llama la voz órfica o hermética. Una lógica extraña, pero familiar. Por su propio peso la tristeza baja los grados de la escala social. Con el surrealismo Hermes se hizo costra, falsedad metonímica: unas pocas ocurrencias de este tipo (no todas felices) se convierten en canon y se reciclan, conscientemente, hasta la saciedad. Ahora que vivimos en el consulado de Campoamor, Fonollosa y Gil de Biedma el irracionalismo, poético o no, vuelve a ser un pecado sin redención, una magufería, un gas. Hemos vuelto a la catacumba —lo cual es justo y arquetípico. Desde allí, musitamos al difunto Larrea como si fuera el mismísimo Henoch. Como él nos dijo, Lo imposible se torna, muy dulcemente, inevitable.


DE UNA VEZ PARA SIEMPRE

Elige tu más hermosa claridad y tu corazón preferido
es hora de sentarse en medio de la vida
ya no te queda sino este poco de agua que azularon al temblar por ti los que te amaban
tus cabellos son tan débiles que tu cabeza puede apenas sostener la noche

Cuando la felicidad se hastía y llora tanto como al atardecer la gota que le colma
cuando el clima es al cielo pensativo lo que un sombrero viejo es a la mano
cuando tus párpados luchan contra un viento de valles tan sombríos
que tus inclinaciones son a tus brazos lo que la rapidez es a los trenes

No siendo ya la luz una lejana ausencia de iniciativas
ni ofreciendo la penumbra las sólidas apariencias de las bestias de carga
dispensa a manos llenas cuanto hay de alma todavía entre tus dos orillas
aprovéchate de tus cabellos para atravesar el otoño.

(Juan Larrea, Versión celeste)

4 comentarios:

Anónimo dijo...

(L)arrea!! En las páginas de "En el mismo barco", Sloterdijk aconseja luchar por que "lo imposible se torne inevitable".

No sé si Versión Celeste es de mis libros favoritos, pero sí de los que más me impresionaron. Aquellas tapias que "segregan horizonte"...

El segundo verso es puro Vallejo. La menor imagen de este maravilloso poema vale más que las obras completas del pomposo "consulado" que denuncias.

Y el post entero de hoy merece un B-RRR-A-V-O!!!

(Saludos a Horrach... y a su prima, el minón infernal de Artá ;)

Anónimo dijo...

jajajaj,
JR, que no era mi prima. Aunque, tal y como pintó usted su escalofriante belleza, ya me gustaría que lo fuera, aunque ahora me saque unos 15 o 20 años.
Un saludo.

Al59 dijo...

Larrea es un verdadero visionario, un ave anómala en un mundo de poetas profesionales. Un poeta imposible de banalizar: así que no es extraño que lleve años virtuosamente proscrito. Aunque todos dicen que Aleixandre es el gran poeta vanguardista español, yo dejaría el trofeo ex aequo entre Larrea (vía seca) y De Ory (vía húmeda). (Con estas referencias no es extraño que me publiquen menos que al Artista formerly known as Juan Poz.)

Anónimo dijo...

Magnífico post, Al. Felicidades.

Y hablando de poetas y voces (¿se acepta "canto"?) me acordé de los aztecas que decían:

"Oí un canto por allí: y ando en plena primavera
viendo las luces del año.
Ya con la aurora conversan
el ave de azul plumaje, y el pájaro de las mieses,
y el ave roja del sol:
¡Es el príncipe Monencauhtzin!"

"El Canto del Poeta"
Tecayehuatzin
Cantares mexicanos

(Tiene razón: es Orfeo y no Dionisos el despedazado por mujeres. Muy linda la de Darío).