Desaliento auseroniano:
Nunca se puede saber
lo que va a ocurrir mañana,
salvo que al fin de semana
sigue un lunes otra vez.
lo que va a ocurrir mañana,
salvo que al fin de semana
sigue un lunes otra vez.
Decía el joven Savater que el Estado se inventó un lunes (el mismo lunes en que se inventaron los lunes). Gracias a este constante bucle, la vida toma la apariencia de una esas garbosas pesadillas en que tras mucho avanzar te encuentras de nuevo en el punto de partida.
No vale de mucho saber que el lunes es en realidad el segundo día de la semana (segunda-feira), que aquellos jipis le dedicaron una linda canción, o que tiene nombre de día mágico, más nocturno que diurno. Por sus hechos lo conocemos: lunes prosaico, resacoso, como un do mayor, carne de despertador y oficina, BOE y Estatut. Collares de cáscaras. Dios reparte moscas en la sopa y el fax escupe normas en menuda letra gris.
Todo domingo es un lunes
que llama ya a la ventana:
los restos de la semana
que se empiezan a pudrir.
Te rindes. ¿Adónde huir
que no estés agazapado?
Qué pesado es el pasado.
Cuánto tarda el porvenir.
que llama ya a la ventana:
los restos de la semana
que se empiezan a pudrir.
Te rindes. ¿Adónde huir
que no estés agazapado?
Qué pesado es el pasado.
Cuánto tarda el porvenir.
3 comentarios:
Los mondays son un infierno. Para mí son sinónimo de esfuerzo, tenacidad, disciplina y rutina modernas. Cuatro de las cosas que más me pueden espantar en esta vida, y que son el ABC del sinsentido en la que estamos convirtiendo la existencia. Pero habrá escapatoria, vaya que si la habrá...
Tell me why? I don't like Mondays.
Casi prefiero el lunes al domingo que ya es el preámbulo del maldito día. Sólo queda la noche del viernes y el sábado. La rutina nos encadena al sinsentido de la vida pero le da cierta estabilidad necesaria cuando no tienes ninguna aventura que añadir. Todas te las comiste ya. Ahora son tus hijos quienes la vivirán por ti. Espero. Pero en los sueños está un viaje a África que nunca realizaré.
Joselu,
la vida está para disfrutarla. El límite somos nosotros mismos.
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