Ven, en buena hora, Baco; agradable y deseado,
tú por quien nuestro ánimo se torna alborozado.
Este vino, vino bueno,
vino generoso,
al hombre que es de ley le torna
justo y animoso.
Los vasos que en Jerusalén, ayer mismo, robamos
en Babilonia regia del rojo licor llenamos.
Baco fuerte, que vence de los hombres el vigor,
sus ánimos dirige, sin dudar, hacia el amor.
Oh Baco, que frecuenta de la mujer el seno
y súbdita la vuelve a ti, señora nuestra, Venus.
Oh Baco, que en las venas entra en cálida corriente
y en el vapor de Venus vuelve las niñas ardientes.
Oh Baco dulce, dulficas penas y dolores,
la risa traes contigo, el juego, el gozo, los amores.
Oh Baco, que la mente femenina hace propicia
para otorgar al hombre sin demora su delicia.
De la que, antes, el coito, no se pudo conseguir
qué aladamente Baco la logra persuadir.
Oh Baco, dios, que torna al hombre alegre y en su mente
le vuelve de una misma vez versado y elocuente
Ah Baco, dios excelso, aquí presentes todos
probamos de tus dones, jubilosos y beodos.
Los máximos elogios a coro te cantamos
y por los tiempos todos tu presencia celebramos.
En buena hora vengas, Baco, grato y deseado.
por el que nuestro espíritu se torna alborozado.
Este vino, vino bueno,
vino generoso,
al hombre que es de ley le torna
justo y animoso.
tú por quien nuestro ánimo se torna alborozado.
Este vino, vino bueno,
vino generoso,
al hombre que es de ley le torna
justo y animoso.
Los vasos que en Jerusalén, ayer mismo, robamos
en Babilonia regia del rojo licor llenamos.
Baco fuerte, que vence de los hombres el vigor,
sus ánimos dirige, sin dudar, hacia el amor.
Oh Baco, que frecuenta de la mujer el seno
y súbdita la vuelve a ti, señora nuestra, Venus.
Oh Baco, que en las venas entra en cálida corriente
y en el vapor de Venus vuelve las niñas ardientes.
Oh Baco dulce, dulficas penas y dolores,
la risa traes contigo, el juego, el gozo, los amores.
Oh Baco, que la mente femenina hace propicia
para otorgar al hombre sin demora su delicia.
De la que, antes, el coito, no se pudo conseguir
qué aladamente Baco la logra persuadir.
Oh Baco, dios, que torna al hombre alegre y en su mente
le vuelve de una misma vez versado y elocuente
Ah Baco, dios excelso, aquí presentes todos
probamos de tus dones, jubilosos y beodos.
Los máximos elogios a coro te cantamos
y por los tiempos todos tu presencia celebramos.
En buena hora vengas, Baco, grato y deseado.
por el que nuestro espíritu se torna alborozado.
Este vino, vino bueno,
vino generoso,
al hombre que es de ley le torna
justo y animoso.
4 comentarios:
Me recuerda a la letra de Carmina Burana. Me gusta tu blog. Lo leeré. Encantada
Gracias. Igualmente. De hecho, es uno de los Carmina Burana. El enlace lleva al texto original latino.
Un mito bien interesante. Si la memoria no me falla (harto difícil) es la única figura considerada Dios a pesar de que es hijo de la unión de una divinidad (Zeus) con una mortal (Sémele). Tal vez por ello el destino de Dionisio es tan brutal y trágico. Quiso el mito unir al ditirambo, en su segundo nacimiento, al hombre, al dar Zeus de comer el corazón de su hijo, despedazado por los Titanes, a Sémele para dejarla nuevamente preñada, haciendo con ello que el Dios del vino pasara a formar parte de la naturaleza humana. Es decir, de alguna manera, el hombre podría acceder heroicamente al ámbito divino donde, por ejemplo, mora la verdad, aunque ese acto siempre conllevara un desenlace trágico y funesto (Al, ¿no recuerda al mito de Edipo?).
No es por aguarles la fiesta, caballeros, pero creo recordar que en una de las interpretaciones del mito, Dionisio muere a manos de las mismas mujeres que previamente había “enloquecido” con el brebaje. Ustedes mismos.
Órfica viene usted, lo cual le sienta bien. Así es: hechos de las cenizas de los titanes, tenemos también una porción dionisíaca, divina (aunque en la mezcla de fábrica nos falta el corazón del dios, que hay que agregar manualmente al compuesto).
No le doy (del todo) la razón, en cambio, en lo de entenebrecernos la fiesta con músicas de mantis religiosa. Dioniso no es Orfeo, despedazado por las Ménades, y en todo caso su despedazamiento sería análogo al de Cristo en la hostia: hacerse comulgable en cada gota de poción mágica.
Una canción no está obligada a decirlo todo ni desde todos los puntos de vista. Ésta es una canción de (y para) adolescentes ardorosos que desean pillar cacho. Si Dioniso se dirigiera a las damas, tendría otras palabras. Probablemente, las de Darío en su inmortal Ite, Missa Est:
Yo adoro a una sonámbula con alma de Eloísa,
virgen como la nieve y honda como la mar;
su espíritu es la hostia de mi amorosa misa,
y alzo al son de una dulce lira crepuscular.
Ojos de evocadora, gesto de profetisa,
en ella hay la sagrada frecuencia del altar:
su risa es la sonrisa suave de Monna Lisa;
sus labios son los únicos labios para besar.
Y he de besarla un día con rojo beso ardiente;
apoyada en mi brazo como convaleciente
me mirará asombrada con íntimo pavor;
la enamorada esfinge quedará estupefacta;
apagaré la llama de la vestal intacta
¡y la faunesa antigua me rugirá de amor!
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