lunes, 9 de enero de 2006

Divinas palabras


Le debemos a Bachelard habernos mostrado que una parte notable de la vieja mala ciencia es en realidad poesía perenne. Así, la paradoxografía («¡increíble pero cierto!») es un subproducto de la erudición helenística, un hijo consentido, apenas veraz y abiertamente escapista. Sin embargo, qué hallazgos. Antífanes de Berge nos habla de un país tan frío que las palabras pronunciadas en invierno se hielan. En verano, el sol las derrite y vuelven a oírse. En cierto río de Arcadia, según Filostéfano, hay peces que cantan como si fueran tordos. Al llegar el invierno, el pulpo devora sus propios tentáculos. Las perdices, escribe Arquelao, conciben cuando escuchan el sonido del mar.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Cada día más bonito el Wunderkammer. Felicidades, Al. Las dos últimas entradas te han quedado preciosas. Entrar aquí es como penetrar una cítara gigante y misteriosa: vibra tanta cuerda simpática!! (También, a qué negarlo, alguna simpática de mi cuerda!)

Sólo por esas "paradoxografías" ya merece la pena fatigar Herodotos, Plinios, Estrabones. (De hecho, yo lo hacía "sólo" por eso!) Echo los que hoy citas al saco sin fondo de mis ignorancias. Lo curioso es encontrarse parejas fantaciencias sin desviarse tanto del mainstream. Como esta noticia lapidaria sobre "las grullas del Jorasán [que] vuelan más allá de Egipto, allá de donde fluye el Nilo, para guerrear con bárbaros de un codo de altura".
No suena a Simbad? Es del Libro de los Animales, de Aristóteles.

Anónimo dijo...

Lo de Sara N'Donga:
Yo la tenía en un elepé compilatorio de Pacheco. Pelín fulero, carne de Discoplay series medias (si no directamente de La Metralleta, bajos de las Descalzas Reales, ya tú sabes, cuánta roña a 45rpm!), aunque se abría con la inconmensurable "Esencia del guaguancó" y cerraba (juraría) con "Bruca Maniguá" (ay, Pacheco, perejil de todas las Salsas!). No sé muy bien cómo va lo de la mula, pero si permite búsqueda por Lp's, prueba con esas esencias que igual te llevan a Sarandonga.

Joselu dijo...

Me derrito con tus paradojas como si fuera verano y mis palabras volvieran a escucharse. Soy un profesor que se devora a sí mismo cuando se escucha en las clases. A veces pienso: no lo he hecho mal del todo. Otros días, para qué contar. Brillante cultura clásica y contemporéa en tu blog.